El sábado 23 de enero fue brutalmente golpeado un joven veinticinqueño en el corsódromo local, primero por un par de patoteros a sueldo de la comisión del carnaval y posteriormente por unos cuantos policías, afuera y dentro de la comisaría.
El pibe estaba bailando con una pasista de una batucada cuando lo sacaron a golpes los patovicas y luego siguieron golpeándolo varios policías, sufriendo heridas profundas en varias partes del cuerpo, contusiones internas y golpes severos en la columna.
La versión del comisario de que estaba “manoseando a las chicas que bailaban” es un invento que intenta justificar la golpiza y esquivar cualquier tipo de responsabilidad. Pero el comisario miente, porque hay varios testigos que dan cuenta no sólo de la brutalidad policial sino también de que el pibe sólo estaba bailando.
La madre del muchacho, una vez enterada de que su hijo estaba detenido, no logró ubicarlo físicamente hasta 6 horas posteriores a la detención. El pibe estuvo virtualmente desaparecido durante esas 6 horas en las que nadie daba ninguna información sobre su paradero.
Aún no se han pronunciado sobre este salvaje hecho ni la comisión del carnaval, ni algún funcionario de la municipalidad.
Este accionar represivo se compone de tres patas fundamentales que son las patotas privadas, la policía bonaerense y los encubridores políticos.
Hay un hilo conductor entre este hecho represivo y la política de “mano dura” que promueve Borrego.
Hacemos responsables a las autoridades políticas, al comisario local, a los policías involucrados en el hecho y a los patovicas a sueldo, ante cualquier cosa que le pueda pasar a la victima y a su familia.
Pero este no es el único caso de violencia policial sobre la juventud porque a poco de indagar van saliendo a la luz casos que por miedo no se dan a conocer.
Como venimos denunciando hace tiempo desde el Partido Obrero, la policía bonaerense es una estructura mafiosa que organiza el delito mediante zonas liberadas, servicios de inteligencia, suministro de elementos necesarios para garantizar los robos, reclutamiento de jóvenes para delinquir, que mantienen el negocio del robo, el narcotráfico, la prostitución y la trata de personas que mueve millones y engordan las cajas negras del estado. Es decir que dista mucho de estar al servicio de la seguridad ciudadana. Son un factor de inseguridad.
Por otra parte apunta a mantener el control sobre la juventud (que por su propia naturaleza es más proclive a rebelarse contra las injusticias) por medio de las amenazas, las persecuciones, la violencia e incluso el gatillo fácil. Centenares de muchachas y muchachos son asesinados cada año por la represión policial en los festivales o salidas nocturnas y en las barriadas mediante el gatillo fácil.
La vigencia de las libertades individuales es incompatible con los aparatos represivos.
Es fundamental que este tipo de casos salgan a la luz para que toda la población sepa quiénes están a cargo de nuestra seguridad.
Llamamos a todos los que puedan aportar datos concretos sobre este hecho a que se acerquen, nos manden mensajes o nos llamen por teléfono.
Desde el Partido Obrero nos solidarizamos con la víctima, sus familiares y amigos, y nos comprometemos a redoblar la lucha por el juicio y castigo a los culpables y a sus encubridores. Impulsemos entre todos los vecinos, organizaciones sociales y políticas una gran campaña de repudio para que esto no quede impune.
La seguridad de la juventud y la población no puede seguir en manos de estas bandas de delincuentes.
Natalio Moreyra
33.385.984Unión de Juventudes por el Socialismo-Partido Obrero
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